LA LEYENDA DEL SICARIO AYUUK... JOSÉ ISABEL





La foto: Apolonio Sandoval, cortesía de Virginia Lara Aguilar, bisnieta del maestro.


 En su vidaJosé Isabel Reyes Alstamirano aceptó un solo crimen, el del Coronel Daniel Martínez; los demás se los atribuyó a Don Luis Rodriguez, su padrino. Sin embargo, aquel 10 de febrero de 1943 él personalmente comandó las fuerzas de asalto que recibieron al maestro Apolonio Sandoval en terrenos de San Pedro Ayacaxtepec y de él fue la idea de que ahí se lo entregaran cuando bien los propios paisanos del maestro pudieron llevarlo ante Don Luis y entregarlo como un trofeo; pero no, en política como en el coqueteo amoroso sólo puede postrarse ante la dama quien lleva las flores, no quien las haya cortado.
En ese entonces el maestro iba con las manos amarradas por detrás, vendado, descalzo, sucio y con una soga en el cuello; sus propios paisanos se lo llevaron del pueblo jalándolo como se jala a una bestia y aunque sus hijos, esposa y familiares se opusieron, los matones de don Luis golpearon con las culatas de las armas quien se acercara. Aun así, doña Ponchita, acompañada de Juana Jacinta Reyes logró abrirse paso entre las armas para meter entre las ropas de su esposo algunas monedas: no me dejan acompañarte… sólo pude encontrar estas monedas… cuando puedas manda a alguien que te lleve comida…
Leamos la carta de denuncia que doña Ponchita Agapito envío al Coronel Daniel Martínez, para que éste a su vez la pudiera llevar a palacio de gobierno:

C. GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO
PALACIO DE GOBIERNO
OAXACA, OAX.

 La que suscribe, María Alfonsa Agapita Vda. De Sandoval, natural y vecina del pueblo de Alotepec del Dto, Mixe, Oax; con todo respeto comparezco ante usted, para exponerle lo siguiente: - El día martes 06 de febrero del presente año, mi esposo hombre pacifico, llegó de su trabajo por la tarde, se disponía a tomar sus alimentos, cuando llegaron dos policías del municipio diciéndole que el Presidente Municipal lo llamaba con urgencia; presentándose inmediatamente, sin tomar sus alimentos, llegando a la presidencia, fue recibido a golpes por los topiles ordenados por el Presidente Municipal, quedando recluido en la cárcel donde recibió un castigo inquisitorial privándolo de sus alimentos y de cuanta necesidad se le presentara.
 Al día siguiente después de dar aviso el Presidente a la cabecera del Dto. llegaron tres hombres armados de la gente que manda Luis Rodríguez, quedando el preso con centinela de vista. El mismo día aprehendieron al Sr. Manuel Ruiz que es mi yerno; al mismo tiempo llegaban más armados encabezados por Antonio Rodríguez y tapando todos los caminos de la población como si se tratara de un ladrón peligroso. - El día 08 aprehendieron a mi hijo Isaías Sandoval, llegando ese mismo día el Secretario del Juzgado del distrito José Alvino diciendo que hiba a practicar las diligencias.
 Presentándome a suplicarle al Secretario me dijera que delito había cometido mi esposo y que se me permitiera darle de comer lo que nunca pudo arreglar durante cuatro días.
 El sábado como a las 10 de la mañana lo sacaron para Zacatepec conducido por un policía y tres particulares, Gerardo González, Bonifacio Anastasio, Gabino Faustino Y Roberto Felipe, de antemano se colocó delante del poblado de San Pedrito Ayacaxtepec para simular un asalto y al grito de viva Ayutla le descargaron sus armas en contra de Apolonio Sandoval internándolo en el monte de los terrenos de Zacatepec consumiéndose el asesinato.
 Quedándose otro grupo armado en Alotepec para despistar al crimen estando el secretario del Juzgado José alvino.
 Yo al ver pasar a mi esposo para Zacatepec lo seguí, pero no pude más que darle 15 pesos para el camino y me comenzaron a golpear los soldados que venían atrás juntamente con mi compañera Juana Jacinta Reyes hasta entregarnos con el Presidente municipal del mismo pueblo.
 El lugar donde se consumó el asesinato fue como a un kilómetro del poblado de San Pedrito Ayacaxtepec desviándolo del camino internándolo en el monte terrenos de Zacatepec donde fue escondido ignorándose su paradero.
 Delato este hecho por ser un crimen de tantos que ha cometido el Sr. Luis Rodríguez con su gente armada, por lo cual pido sean castigados los responsables, y a la vez pido garantías por que mis hijos se encuentran fuera del pueblo y amenazados por que asegura el Sr. Luis Rodríguez que les incendiará hasta la casa, y este nos tiene en constante alarma.
 Quedando en espera de lo que con tanta justicia pido lo protesto mi respeto.
Por la Vda. de Sandoval.
Por mi madre por no saber firmar.
(firma)
Josué Sandoval.
(Huella del pulgar)
María Alfonsa Agapito
c.c.p el ministro de Gobernación Palacio Nacional México. D.F.
c.c.p el C. General jefe de la defensa Nacional Palacio Nacional. México. D.F.
c.c.p el C. Jefe de la Suprema Corte de Justicia México. D.F. (Licenciado Wilfrido C. Cruz)

Hablemos un poco del maestro Apolonio Sandoval:

Era oriundo de Villa Alta, y logró estudiar hasta el bachillerato en un tiempo en que la mayoría de los indígenas ni conocían de escuela. Terminado la escuela se lanzó para maestro rural, y así fue como llegó, primero a San Pedro Ayacaxtepec, después a Cotzocón y finalmente terminó viviendo en Alotepec.
Aquí se casó, fue tres o cuatro veces secretario y dos veces presidente Municipal. Y finalmente fueron las intrigas políticas que terminó matándolo, aunque siempre trató de evitarlo.

Quienes lo conocieron dicen que era el mejor de todos. Iñigo Laviada, ese mal llamado “cronista del caciquismo en la sierra Ayuuk (su libro está lleno de lagunas)” recupera mucho de sus escritos sobre la llegada de los primeros mixes a esta zona montañosa; y entrevistó a varios intelectuales y antropólogos que en ese entonces trabajaban en la región mixe: Salomón Nahmad, el mixeólogo, y Walter Miller, el de “Cuentos Mixes” lo conocieron. Estos dos declararon a Iñigo en el libro “Los caciques de la sierra” que el maestro era una inteligencia jamás vista en la región, ni en el Estado había alguién como él, amigo de todos… férreo defensor de la justicia y enemigo acérrimo de los caciques.

Mi abuela Tere, Juana, el abuelo Federico y Efrén fueron sus alumnos; incluso Chu Rasgado disfrutó de una agradable charla con el maestro cuando el músico trabajó varios años en Alotepec.
Pero terminaron dejándolo solo, y dejaron sus propios paisanos que una parte de ellos lo apresara, le pusiera una soga y se lo llevaran ante don Luis, que en ese entonces estaba en todo su poder. Pero condenada política, para insubordinar al pueblo contra su maestro, don Luis reclutó hombres astutos en el pueblo, y estos comenzaron a lavar el cerebro a aquellos hermanos débiles de corazón: primero inventaron que el maestro se andaba acostando con las hijas de los comuneros, con la esposa de fulanito… y así fueron cayendo poco a poco. Y pudieron más los celos de estos supuestos cornudos que se enrolaron a las órdenes de don Luis de entregar vivo a Apolonio Sandoval.
Y así es como se lo llevan y lo entregan en San Pedro Ayacaxtepec, entonces Gabino Faustino, el paisano que habia conducido al maestro de la cárcel hasta ese lugar, recibió órdenes de José Isabel:
_Gabino, dame tu sombrero… y abre bien la tela de tu pantalón, voy a agujerearlos ambos de un plomazo… y cuando llegues al pueblo dirás que fuerzas armadas del Coronel Daniel Martínez te han arrebatado al maestro, y que casi te toca… muestras tu sombrero agujereado.

Y así fue como ganaron al maestro Apolonio Sandoval. Y ya en manos de José Isabel, éste  le dio un culatazo en el estómago, cosa que lo tiró al suelo, después lo arrastraron al interior del bosque.
Cuando se informó a don Luis de lo que le habían traído de Alotepec, don Luis muy contento dijo: _ mantenlo vivo, pero sin comida… estoy un poco ocupado, después vamos a saludarlo.
Entonces recluyeron a Apolonio Sandoval en una capilla que está a las afueras del pueblo de Zacatepec. Estuvo tres días así. Después don Luis se desocupó y fue por él, de noche.
_ Maestrito, ¿recuerdas que tú demandaste a mi padre de una masacre hace treinta años por estos rumbos? ¡Mire, ahí justo fue donde mi padre erigió su poder… lo ves… Ahora todo es mío… Por favor di, qué impresión te ha dado… ¡tampoco maestro, tampoco! Tampoco escupas sangre, nadie escupe sangre cuando de impresión se trata. Y recuerdas maestrito, que entre los muertos tirados al río ¿también estaba tu hermano? ¿Aun quieres saber de él? Pues ya estas camino para verlo… ¿Pero por qué no me respondes maestro, si tú andabas según denunciándome que yo quería cambiar las tradiciones y la cultura porque según andaba yo apresando y empalando a los chamanes y cuanto pinche curandero anduviera por aquí… ¿aún sigo infestándome de mi propia mierda cuando reprimo un pedo al negar mi propio ser? ¿No decías así de mí cuando quise convencer a tu pinche pueblo de que es mejor estar con papá gobierno que seguir siendo unos indios apestosos? ¿Que orino sentado cuando cago? ¿Acaso no decías eso de mí?… Por cierto, maestrito, ¿Dónde está ese pueblo que tanto defendiste? ¿Qué? ¿Qué no tienes fuerzas? ¿Que te ahogas con tu propia sangre? ¿que llevas diez días sin comer?...pero si usted no come carne ni verduras, ningún intelectual come comida, ellos viven de sus ideas, de lo que escriben; me sorprende y me decepciona que no hayas aprovechado tu encierro para leer y escribir y pedir libros y periódicos… me sorprendes ahora que esas letras y libros que abarrotaste tu casa no te hayan llenado lo suficiente como para estar diez días sin comer!

Entonces don Luis mandó traer un palo, apaleó al maestro hasta que el sudor comenzó a empaparle la cara; después tomó un cuchillo y le peló la piel desde la pantorrilla hasta la planta de los pies, igualito a como nos quitamos el calcetín, así le quitó la piel. Entonces lo obligó a caminar cuesta arriba entre azotes de látigo, patadas y golpes. Cuando el maestro desmayaba por tanto castigo, don Luis hizo magia con cuanta tortura sabía y lo revivía. Hasta que llegaron a un claro de bosque. Ahí le dijo: _ ponte a cavar tu tumba_.

Para entonces, el moribundo era ya un muñeco de trapo deshecho.
Don Luis volvió a gritar: _ ¡Por todo lo que has escrito sobre mí y mi política, sobre las cosas que hizo Manuel Rodríguez, mi padre, y por todo lo que hará este pueblo… y antes que sigas escribiendo… dame tus manos!
Entonces de un machetazo le cortó las manos.
_ ¡Por tu elocuencia y todas esas ideas estúpidas que escupes, y antes que sigas profanando mi persona…saca tu apestosa lengua!
El maestro estaba ya desfallecido, le abrieron la boca como se le abre a un animal sus fauces y don Luis entró con sus manos sucias por su lengua…y se la arrancó apoyando una de sus piernas sobre el pecho del maestro.

Así contaba José Isabel a los paisanos, porque después los de Alotepec le llegaron al precio y lo insubordinaron contra don Luis, su padrino. Así contaba José Isabel, que aún estaba vivo el maestro, que aun gemía y temblaba cuando don Luis ordenó tirarlo al foso y le echara paladas de tierra.

Así también le contaron a don Rey, dos de sus trabajadores que estaban de infiltrado entre las fuerzas de don Luis.
Yo me pregunto: ¿Dónde estaban los amigos del maestro, con quienes muchos años organizó tertulias, tardeadas culturales, proyección de cine, obras de teatro callejero…? No lo sé, y el hecho de no saberlo, el relato cojea de un pie, y eso no es bueno para escribir una buena historia.

En cuanto se supo la muerte del maestro, Julio Graciano, el presidente municipal quien lo había detenido, junto con su esposa corrieron al panteón del pueblo y sacrificaron un gallo negro y se lo ofrecieron a Mëjku’u, el señor del inframundo, para que la muerte del maestro no cayera sobre ellos, ni sobre sus hijos... terminaron muriendo solos, sin hijos.
Y a Gabino Faustino, el del sombrero agujereado, siete años después, justo por esa dirección del agujero su propio hermano, Federico Faustino le asestaría un plomazo, cosa que lo dejó lisiado y comenzó a pudrírsele la cabeza, y de eso moriría.



Créditos: Félix Reyes.

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